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Restaurado a su apariencia externa como Dagger
(aunque con la trompa de un Mirage 5P), el Finger
IIIB C-421 regresó a la patagónica localidad de
San Julián (S.C.) para ser emplazado en un
monumento que conmemora el 25 aniversario de la
Batalla Aérea de las Malvinas; campaña en la que
el aparato cumplió 11 salidas de combate (foto
Jorge Souto, marzo 2006). |
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Los primeros esfuerzos orientados a la
preservación de aviones militares argentinos datan de principios de la década
de 1960,
época en la cual se creó el primer museo aeroespacial del país: el Museo Nacional de
Aeronáutica, en aquel entonces con asiento en el Aeroparque de la Ciudad de
Buenos Aires.
El desarrollo de la actividad fue
muy escaso en
las dos décadas subsiguientes; aunque en ese período se destacan la exportación a los EE.UU. de varios T-28 Fennec excedentes
de la Armada y del único Martin 139WAA
existente en el mundo (el aparato fue cedido al USAF Museum de Ohio). El interés por la preservación aeronáutica recién
comenzó a tomar impulso luego de la guerra de Malvinas de 1982, cuando nació toda una
nueva generación de museos con orientación o contenidos aeronáuticos militares.
La madurez plena se alcanzaría luego de la
crisis económica de principios de la década de 1990. A partir de ese momento, comenzaron
a surgir museos a nivel de unidad (no a nivel de arma o rama de aviación como había
sucedido hasta entonces), se establecieron varios equipos de restauradores
altamente capacitados en varios puntos del país (Río Cuarto, Quilmes, Bahía Blanca,
etc.) y el mercado privado de aeronaves restauradas tomó vuelo y
generó un volumen de exportaciones interesante. Fruto de esta y otras
tendencias, la presencia de aeronaves militares argentinas se extiende más
allá de sus fronteras y llega a tierras tan distantes como Israel, Europa o
Estados Unidos y naciones vecinas como Chile y Brasil.
El país también se distingue
por poseer una interesante colección de aeronaves emplazadas como
monumentos, ya sea en lugares públicos o al interior de unidades militares.
Si bien la práctica es de larga data y seguramente precede a la creación del
primer museo aeronáutico de la nación, a partir de la década de 1990 se han
construido algunos monumentos de "arquitectura vanguardista" en los que las
aeronaves se exponen en actitudes que desafían al observador con una
perspectiva visual o históricamente novedosa.
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