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Santiago-Buenos Aires por Air Canada

En un viaje de contraste entre eras, los aspectos más representativos del Siglo XXI se hicieron evidentes en el vuelo de retorno a Santiago de Chile: Nuestro avión venía equipado con un completo kit de entretenimiento abordo: Pantallas digitales, conectores USB (ideales para recargar reproductores iPod) y tomacorriente 110 v para computadoras y otros artefactos eléctricos (foto Pilar Ay).

 

"Flight critic" y fotos de Carlos Ay

Santiago de Chile (21 de enero de 2008). Como sucede casi todos los fines de año, la rutina familiar impone la necesidad de organizar "el regreso al terruño" para festejar Navidad y Año Nuevo con la familia de origen. Creyendo ser previsor, estas fiestas inicié los trámites a principios de noviembre y, a poco andar, comprobé que el proceso no estaría exento de obstáculos. Tras varios intentos infructuosos, decidí rendirme y dejar a un lado el sitio web de LAN porque no hubo forma de sonsacarle pasajes con tarifas inferiores a los US $ 200. Frustrado con Air France porque en el segundo semestre del año levantó la escala argentina de su vuelo a París, también preferí escaparle a Aerolíneas Argentinas y Gol por sus inciertos niveles de servicio y cumplimiento de horarios.

Así las cosas, mis opciones quedaron reducidas a una sola aerolínea, Air Canada, que cubría el trayecto entre Santiago (SCL) y Ezeiza (EZE) en su vuelo a Toronto. Confiado (¡al fin y al cabo estaba contratando servicios de una "aerolínea del primer mundo"!), encaré las gestiones de compra por Internet. Tras varios "rounds" luchando con el site de la empresa, el cual se negaba a completar mi registro como usuario web (requisito indispensable para poder comprar por ese canal), opté por resolver telefónicamente la compra y pago de los pasajes. La alternativa funcionó sin demasiados contratiempos y permitió que la aerolínea, ahora sí, retornara al ciberespacio para enviarme "itinerario y recibo" por correo electrónico. La comunicación "electrónica" con la aerolínea demostró ser bastante fluida y oportuna. Cuando el gobierno argentino decidió implementar un "plan de ahorro energético" y cambiar la hora oficial, la aerolínea me envió un mail actualizando y corrigiendo el itinerario de regreso para adecuarlo al nuevo huso horario de la Argentina. Los procesos de check-in y migraciones no estuvieron exentos de molestias. En SCL, tuvimos que lidiar con una balanza descalibrada y una agente de mostrador que insistía en cobrarnos exceso de equipaje y mirar con mala cara nuestro equipaje de mano. En EZE, al regreso, nos tomó una hora llegar a la sala de embarque (45' de cola en el check-in y 15' más en migraciones); prueba indiscutible de que viajábamos en plena temporada alta y en un vuelo que estaba efectivamente e indiscutiblemente "completo".

Los vuelos en si mismos constituyeron una experiencia de contrastes. Si bien ambos tramos se realizaron en bimotores Boeing 767 Serie 300 de largo alcance ("Extended Range"), el del vuelo de ida se caracterizaba por mantener su equipamiento de cabina original "de fábrica" y el antiguo esquema de pintura de la línea canadiense. El del regreso, por el contrario, había sido reacondicionado completamente con interiores mucho mejor equipados y esquema de pintura "Ice Blue" (Azul Hielo). El vuelo de ida fue bastante anodino y falto de hitos destacables: Volamos la ruta más habitual (Santiago-Rancagua-General Pico-Ezeiza), la meteorología se mantuvo estable en todo el trayecto y nuestra llegada se produjo "en horario". La vuelta, por el contrario, sobresalió por escapar radicalmente a la rutina de la ruta. La partida se vio demorada por una carga de equipajes que se extendió más que el embarque de todo el pasaje. Tras despegar demorados, tuvimos que atravesar un frente de tormenta que sacudió el avión por un rato inusualmente largo y postergó tanto el servicio de comida como el programa de entretenimiento abordo. Y el ingreso a Chile, por primera vez en los casi diez años que llevo volando más o menos habitualmente entre SCL y EZE, se realizó por Juncal y no por el tradicional paso del Aconcagua.

Como muestra del contraste entre ambos vuelo, he aquí el viejo y confiable telón sobre el cual se proyectaba el programa televisivo del vuelo AC 92. ¿Alguien me puede explicar de dónde sale la fascinación de las aerolíneas por los videos de "Mr. Bean"? ¡Aguante Benny Hill!

 

Contra mis expectativas, el servicio de abordo resultó ser poco lucido y con algunos ribetes incómodos. En el lado positivo, rescato la permanente y "trilingüe" preocupación de la tripulación por mantenernos informados al detalle de las demoras que afectaban nuestro vuelo de retorno: El propio capitán lideraba los anuncios en inglés y personal de cabina cerraba con las traducciones al francés y "portunhol". También llamó poderosamente mi atención la disposición de "suites" de la clase ejecutiva (véanse en esta imagen de la "Executive First Class"), totalmente equipadas y aptas para transformarse en camas individuales. Para quienes viajábamos en clase económica ("Hospitality Class"), el entretenimiento de abordo pasó del "sistema Siglo XX" del vuelo de ida (proyector RGB con telones y 12 canales de audio) a uno del Siglo XXI en el de vuelta: Tomacorriente 110v/60hz para computadoras, conector USB para cargar accesorios como el iPod y pantallas individuales con un completo programa de noticias, películas, televisión, audio, juegos y actividades para chicos. Pero como "no todo lo que brilla es oro", mi pantalla individual y la de varios pasajeros se resistió todo el vuelo a dejarme ver o hacer algo. Evidentemente, estos sistemas de pantallas táctiles necesitarán algo más de maduración hasta que demuestren ser capaces de responder adecuadamente al pasajero.

La comida y el servicio de abordo fueron los aspectos menos lucidos de la experiencia. No puedo negar la eficiencia casi mecánica con que los auxiliares entregaban comidas y bebidas; pero la calidad del trato que dispensaban al pasaje me resultó un tanto brusco, bordeando lo autoritario en algunas ocasiones. También llamaron mi atención un par de medidas "improductivas" o anti-comerciales. Los audífonos (esenciales para recibir el audio de las pantallitas individuales) se distribuyeron bastante tiempo después del decolaje y fueron retirados en aproximación final, lo que redujo la experiencia multimedial a menos de la mitad del viaje. Y si bien la aerolínea colocó un interesante catálogo de ventas duty free en cada asiento, ninguna de las tripulaciones promocionó ese servicio en nuestros vuelos. La comida, finalmente, tampoco destacaba demasiado: En ambos tramos nos sirvieron snacks "demasiado" fríos (carne o pollo con ensalada sin más aderezos que sal y pimienta, frutas cortadas, galletas de agua y manteca) acompañados por bebidas (rescato la generosidad de las raciones bebestibles) y café o té, todo servido en la misma pasada.

Aeropuertos de Santiago de Chile a vuelo de pájaro...

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Pudahuel/Mantenimiento.

Pudahuel/Terminal aérea.

Los Cerrillos.

El Bosque.

La "sección spotter" del viaje habría resultado bastante monótona si no fuese porque el vuelo de ida tuvo lugar en una jornada relativamente luminosa y, cortesía del torrero de SCL, el comandante Clark tuvo que decolar y realizar una "chicana" para adoptar una trayectoria de vuelo alineada con la pista "17 izquierda". Esto nos llevó a sobrevolar (¡y fotografiar!) las tres "losas" (plataformas de vuelo) del mayor aeropuerto chileno (mantenimiento, comercial y carga). Como si esto fuese poco, nuestro derrotero nos llevó a pasar también muy cerca de Los Cerrillos y El Bosque, donde también pude tomar fotografías como las que preceden a este párrafo. En las imágenes del sector mantenimiento resaltan las instalaciones de LAN, Sky Airline, Aerocardal y la DGAC, una variopinta fauna de Boeing 737-200 (de Sky, LAN, BRA, Aerolíneas Argentinas y un par de "white tails"), varios Airbus y Boeings de LAN, Boeing 767s de United y American, el malogrado Boeing 727 de STAR Airline y un misterioso DHC-8 totalmente blanco. En Los Cerillos se aprecia su gradual y muy cuestionado proceso de transformación en un complejo habitacional y en El Bosque se alcanzan a apreciar dos C-130 Hercules (¿uruguayos?) y un Boeing 707 en ENAER y una buena cantidad de células preservadas en el Grupo Abastecimiento, virtual "Davis-Monthan chilensis". El resto de mis observaciones fueron bastante triviales y ligeras. En SCL, destacaron un C-130 Hercules de la FACH (995, esquema gris) y un Boeing 747 carguero de Atlas Air (N416MC). Y, en ambos aeropuertos, el hecho de que los Boeing 767 de las empresas americanas (United y American) estuvieran estacionados "a buen recaudo" en áreas inaccesibles o remotas del aeropuerto: En un rodaje auxiliar en SCL y en la inactiva cabecera 05 en EZE.
 

Bitácora
Parámetro Vuelo de ida Vuelo de vuelta
Fecha 21/12/2007 06/01/2008
Número de vuelo AC 92 AC 93
Aeronave

Boeing 767-375(ER)
C-GEOQ (fleet number 647)

(foto Andrés Contador, SCL, marzo 2007)

Boeing 767-333(ER)
C-FMWU (fleet number 632)


(foto Andrés Contador, SCL, junio 2007)

Comandante Andy Clark Tom Hanson
ETA 01:45 hs. 02:10 hs.
Despegue SCL RWY 17R 1800Z EZE RWY 11 2130Z
Aterrizaje EZE RWY 35 1932Z SCL RWY 17R 2339Z
 

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