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El Lincoln B.1 B-010, que se
exhibe en la línea de vuelo, es el ícono más representativo en
la señalética del museo (foto Robert Domandl). |
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El Museo Nacional de
Aeronáutica (MNA) fue creado en 1960 por Decreto del Poder Ejecutivo. Su
primera ubicación fue en un predio situado en el Aeroparque
Metropolitano de la ciudad de Buenos Aires. Esta sede disponía de un
parque donde se exhibían las aeronaves y de un pequeño edificio que
contenía una variada colección de objetos. Si bien el MNA resultaba
beneficiado desde el punto de vista de la afluencia de visitantes, el
hecho de estar situado en plena costanera, frente al Río de la Plata,
generaba un gran desgaste en las aeronaves que se encontraban expuestas
al aire libre. A esto se sumaba el problema del reducido tamaño del
solar, lo que condicionaba su crecimiento. Aun así, en el año 1998 se
logró inaugurar un hangar que sirvió para resguardar algunos aviones que
habían sido restaurados e incorporados a la dotación del museo.
En el año 2001, el MNA
inició sus actividades en las recicladas instalaciones del Aeropuerto de
Morón. A tal fin, debió enfrentar un prolongado y difícil proceso de
traslado hacia la nueva sede; lo que implicó el desarmado y transporte
de una importante cantidad de aeronaves (algunas de gran porte, como en
el caso del Bristol 170 Freighter). Estas últimas fueron complementadas
con la incorporación de algunas que ya se encontraban almacenadas en
Morón como por otras provenientes de distintos sitios. En un principio, el MNA
comenzó a funcionar en el hangar Nº 3; mientras que el Nº 2 se
utilizaba para resguardar otras aeronaves. En esa época, varios de los aviones llegados
desde Aeroparque también estaban situados en la plataforma. Algunos de
ellos permanecieron desarmados allí por largo tiempo hasta que fueron
nuevamente ensamblados.
Debido al crecimiento
del parque de aeronaves, en el año 2003 comenzaron las actividades para
poner en condiciones el hangar Nº 2, que serviría para ampliar la
capacidad de exposición del MNA. En esta etapa también se realizó la
conexión entre ambos hangares. Dichas instalaciones fueron habilitadas al
público en el año 2004. Este segundo hangar tiene por objeto exponer las
aeronaves de mayor tamaño y, debido a sus dimensiones superiores (no
posee salas laterales), todavía cuenta con un amplio espacio disponible
para la incorporación de más material.
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En el camino que conduce a la
entrada del museo se encuentran en exhibición el Skyhawk C-240
antiguamente basado en Aeroparque y un tractor Sno-Cat veterano
de la campaña antártica. |
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Gate guardians, jardines y hangar Nº 3
Todo visitante que
quiera ingresar al MNA debe recorrer una larga calle que lo conduce
desde la puerta de entrada al aeropuerto hasta las instalaciones del
museo. La misma posee un boulevard donde se encuentra emplazado un Huges
500 con esquema de pintura blanco y azul característico del Instituto
Nacional de Aviación Civil (INAC). Éste se encuentra instalado sobre un
pedestal que anteriormente era ocupado por un Gloster Meteor. Metros más
adelante, en una rotonda, está situado un MS-760 París que luce el viejo
esquema de pintura marrón y verde de la FAA. Mientras que a su derecha
se encuentran las instalaciones del Centro de Instrucción de
Aeronavegantes y Técnicos Aeronáuticos (CIATA), frente a las cuales está
situado un BAC 111 que perteneciera a la empresa Austral Líneas Aéreas y
que ahora es empleado, con un nuevo esquema de pintura rojo y blanco, en
las prácticas que requieren los cursos que se imparten en dicho
instituto. Allí también se encuentra como gate guardian un planeador
cuyo modelo no hemos logrado determinar.
Frente a la puerta de
entrada, se encuentra un prolijo jardín donde se exhibe un veterano A-4P
Skyhawk que, luego de pasar mucho tiempo en el Aeroparque Jorge Newbery
y tras ser utilizado en diversas exposiciones y muestras en Capital
Federal, fue trasladado a Morón a fines del año 2005. Permaneció
desarmado en plataforma hasta pasar por el proceso de armado y repintado
previo a ser llevado a su posición actual. Este se encuentra acompañado por algunas
piezas de artillería, un tractor antártico Sno-Cat y una antena de radar
AN/TPS-43. En ocasión de nuestra visita, percibimos la ausencia de los
cohetes Canopus y Orión que anteriormente también se encontraban allí.
El ingreso al MNA
propiamente dicho se realiza por la puerta situada en el hangar Nº 3. Ya
dentro del mismo, se encuentra un amplio hall que ha sido completamente
remozado. Allí también se ha ubicado una pequeña tienda de recuerdos.
Desde este lugar se accede a la sala principal del museo donde, a
diferencia de visitas anteriores, notamos un incremento de la cantidad
de aeronaves expuestas. Aquí es donde se conservan las “joyas” más
valiosas del MNA. Entre ellas podemos citar a las primeras que surcaron
nuestros cielos, como el Blériot XI, que fuera utilizado en la filmación
de la película sobre la vida del Ingeniero Jorge Newbery, la réplica de un Henri Farman 50HP “Tipo El
Palomar” y el único Laté XXV sobreviviente en el mundo, que fue operado
por la empresa Aeroposta y por el famoso escritor Antoine de Saint
Exupéry.
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En el Hangar N°3 predominan las
aeronaves de diseño y construcción nacional, testimonio de la
rica historia industrial argentina. |
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Entre las aeronaves
expuestas se encuentra un alto porcentaje de máquinas de diseño y/o
producción nacional. Nombres de aeronaves como FW-44J Stieglitz, I.A.41
Urubú, I.Ae.27 Pulqui e I.Ae.33 Pulqui II, I.Ae.22 DL, I.A.35 Huanquero,
I.A.53 Mamboretá, IA-58 Pucará, e IA-63 Pampa sirven para representar la
historia de la industria aeronáutica nacional a lo largo de tiempo.
Junto a ellos se encuentran ubicados aviones de destacada actuación
durante la Guerra de Malvinas que se han ganado el respeto y la
admiración de todos: Los cazabombarderos A-4P y A-4C Skyhawk y el bombardero
Canberra B.62. Las mismas comparten instalaciones con legendarios cazas
a reacción como los Meteor F.4, F-86 Sabre y Mirage IIICJ. Algo digno de
destacar es que las aeronaves se han complementado con varios elementos
relacionados con las mismas, tales como lanzas para el movimiento en
tierra, motores, cascos, etc.
Situadas en los
laterales del hangar se encuentran diversas salas dedicadas a exponer
elementos pertenecientes a los pioneros de la aviación nacional,
motores, material de expediciones antárticas, equipos de comunicaciones,
meteorología, cartografía, simuladores de procedimientos, la sala de la
mujer en la aviación y una consola de radar, etc. En la sala de motores se encuentra el
planeador HXB Piernifero II que anteriormente se encontraba suspendido
del techo junto al I.A.41 Urubú. Sin dudas la sala que más se destaca
por el valor emotivo de su contenido es la que atesora elementos
pertenecientes a personal de la Fuerza Aérea que combatió en el
conflicto por las Islas Malvinas. Al ingresar allí, el visitante se
encuentra con 55 cuadros de gran tamaño, cada uno esta dedicado a un
oficial, suboficial o conscripto que perdió la vida durante la
contienda. También se exponen cartas, fotos y otros objetos de gran
interés.
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La sala más emotiva del museo
sin dudas es la asignada al conflicto por la Islas Malvinas de
1982, donde se rinde homenaje a los 55 caídos de la Fuerza
Aérea. |
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Como novedad,
encontramos la apertura de una nueva sala dedicada a Líneas Aéreas del
Estado (LADE). La misma contiene un simulador de cabina de pasajeros de
B-707 y varias maquetas que representan las aeronaves usadas por la
aerolínea desde su creación hasta el presente. En lo que respecta a las
maquetas, hemos notado que ha mejorado notablemente la colección
expuesta, tanto en cantidad como en calidad. Esto se logró en gran parte
debido a la colaboración de la Asociación de Plastimodelistas del Oeste,
que han contribuido con una impecable muestra de modelos de aeronaves de
variados tipos y escalas; todas ellas con un impresionante nivel de
detalle. A diferencia de otras oportunidades lamentablemente en esta
ocasión no pudimos acceder a la sala de armamentos ya que la misma se
encontraba cerrada.
Hangar Nº 2 y plataforma de vuelo
El recorrido continúa a
través del Salón Pegaso, un amplio pasillo techado que conecta ambos
hangares. Desde allí se puede observar a un AT-11 Kansan que está
situado en un patio interno del museo. Al ingresar al hangar Nº 2, lo
primero que encuentra el visitante es la réplica del Wright Flyer, que
comparte instalaciones con varios aviones de transporte tales como los
de Havilland Dove, SA-16 Albatros, F-27 Friendship y los “antárticos”
DHC-2 Beaver y C-47 “El Montañés” (este último recientemente
restaurado). Estos son acompañados por otros transportes de menores
dimensiones como el Commander 500U, Fairchild 82D, MH-1521 Broussard y
un impecable Fiat G-46. Las alas rotativas están representadas por un
autogiro La Cierva C30 y los helicópteros Hiller UH-12E y Sikorsky S-61,
este último con esquema de pintura presidencial.
También se pueden
encontrar algunas aeronaves civiles. La más llamativa es el MS-502
Criquet, versión francesa del popular avión alemán de enlace Fieseler
Storch propulsada con un motor radial. Otra es un reluciente Luscombe 8
que presumimos se encuentra en condiciones de vuelo, por lo que solo
estaría expuesta temporalmente. A un costado de la entrada se encuentran
dos planeadores: Un Grunau Baby III y un Dittmar Condor IV. Ambos se
encuentran desarmados: En el primero se pueden observar los prolijos
trabajos de restauración y pintado mientras que el segundo todavía se
encuentra a la espera de dicho proceso.
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El veterano Percival Prentice
se encuentra estacionado en plataforma y, dada su condición,
parece un modelo a escala "a medio armar". |
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El último sector
perteneciente al museo a revisar para completar la visita es la
plataforma de vuelo, que alberga a las aeronaves más grandes que todavía
aguardan su turno para la restauración. Allí podemos encontrar a un
viejo entrenador Percival Prentice, parcialmente desarmado y sin la
mayoría de los elementos que componen la cabina de pilotaje. Alineados
frente a los hangares 2 y 3 se encuentran un Junkers Ju-52, que en líneas generales se
muestra en
óptimo estado aunque presenta algunos daños en el borde de fuga de las
superficies móviles de sus alas. También pudimos notar la ausencia de
instrumentos en el tablero de su cabina y varios nidos de aves en los
carenados de sus motores. A su lado se encuentra uno de los dos Avro
Lincoln conservados en el país. Su estado de conservación general es
sorprendente bueno, teniendo en cuenta su edad y todos los años de
exposición frente al Río de la Plata. Solamente presenta su esquema de
pintura decolorado y detalles menores. Más adelante esta
ubicado un Vickers Viking que fue repintado por el personal del museo
pero que nuevamente comenzó a decolorarse y sufrir las consecuencias de
la exposición al aire libre. El mismo problema se hace evidente en el UH-1H
Huey, el Bristol Freighter y el IA-50 G-II contiguos. A este último debe
sumársele la rotura y ausencia de entelado en sus superficies móviles.
En mejores condiciones se encuentra el helicóptero Sikorsky S-55
expuesto a metros de las anteriores aeronaves.
La muestra exterior se
complementa con dos cañones antiaéreos M4-1 situados junto un primitivo
radar. Un atractivo adicional que posee la plataforma es que
generalmente se puede observar gran parte de la flota del INAC, cuyo
parque aéreo se aloja en el Hangar Nº 1 y está compuesto por utilitarios Cessna 182,
Chincul Pawnee Biplazas, Piper Navajo, Séneca, Dakota y Arrow. Un poco
más alejado del público, pero no por ello menos interesante, se
encuentra el hangar de la Escuela de Vuelo Ayrsa, donde se pueden
observar más aeronaves con antecedentes militares. A la misma se llega
bordeando el edificio de la aeroestación y continuando hacia la
izquierda de la misma por un camino perimetral cercano a la calle de
rodaje que nos hará pasar lateralmente a la planta de combustible. Un
poco más adelante, fuera del hangar de dicha escuela nos encontramos con
un Beechcraft C-45 Expeditor que perteneció a la Armada Argentina y que
ahora reposa a la intemperie con su pintura un tanto maltratada por la acción de los elementos. Muy cerca de él encontramos
nada más y nada menos que los restos del Learjet 25D LV-MMV, veterano de
la Guerra de Malvinas que integró el Escuadrón Fénix, en el cual se
advierten los efectos del accidente sufrido el 23 de septiembre de 1989
mientras aproximaba a Posadas (Mns.). Un poco más alejado de las
anteriores se encuentra un BAC 111 al parecer en estado de abandono, sin
motores y con las cabinas sin la mayoría de sus elementos y bastante
sucias. El mismo se encuentra pintado con un esquema de color blanco y
con el escudo del Centro de Instrucción del Servicio de Extinción de
Incendios Aeronáuticos (CISEIA) en ambos laterales del fuselaje.
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Entre los déficits que mostraba
el museo en sus primeros tiempos estaba la falta de mayor
cantidad de artefactos
aeronáuticos en exhibición. Con exhibiciones como la de la
imagen, los restauradores están dando mayor riqueza y contenido
a la colección de la institución (foto Alejandro Drigani). |
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Comparando nuestra
visita con otras realizadas en años anteriores, pudimos encontrar varios
cambios que nos han sorprendido gratamente. No solo en el crecimiento de
la colección y restauración de las aeronaves. También se ha renovado el
aspecto estético de varios detalles de la exposición e instalaciones, lo
que demuestra que se ha logrado evolucionar sostenidamente desde el
traslado a la nueve sede. Esperamos que su personal pueda continuar como
hasta ahora con el importante compromiso de preservar aeronaves para que
puedan ser conocidas por las generaciones futuras. También esperemos que
en un futuro cercano se pueda completar la tan merecida restauración de
los valiosos ejemplares que se encuentran expuestos al aire libre y se
pueda seguir avanzando en la incorporación de nuevas aeronaves a la
colección del museo.
Trabajos
de Restauración
Es importante destacar
que la mayoría de las aeronaves que fueron trasladadas a la nueva sede
requirieron ser puestas nuevamente en condiciones de exposición, en gran
parte debido a la prolongada permanencia al aire libre frente al Río de
la Plata. Algunas necesitaron un “tratamiento intensivo”, demandando una
importante restauración. Este es el caso del Pulqui I, que en 1996 tuvo
que ser trasladado al Área Material Río IV ya que el mismo presentaba un
alto grado de deterioro. Allí, tras una complicada serie de trabajos, se
logró devolverlo a sus condiciones originales. Debido a los buenos
resultados obtenidos con esta aeronave, posteriormente pasaron por esa
unidad el Pulqui II, el DL-22 y el Urubú, realizándoseles
satisfactoriamente sus respectivas restauraciones.
Otras aeronaves fueron
sometidas a procesos similares, pero en las unidades donde se
encontraban almacenadas. Estos son los casos del Laté XXV, el Fiat G-46,
el De Havilland Dove y el Fairchild 82D (que se repararon en el Área
Material Quilmes) y el Hiller UH-12E (se trabajó en el Aeropuerto de La
Plata). En la provincia de Córdoba se restauraron la mock-up del
entrenador IA-63 Pampa y el FW-44J. En el primer caso, los trabajos
habían comenzado en el Museo de la Industria, donde este se encontraba
desde hacía mucho tiempo, y concluyeron en las instalaciones de la
Lockheed Martín Aircraft Argentina S.A. El resultado final del mismo ha
sido positivo ya que se le ha devuelto su reluciente aspecto original.
El Stieglitz fue restaurado en la Escuela de Aviación Militar.
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Los trabajos de recuperación y
repintado de aeronaves del museo se están haciendo cada vez más
representativos del período histórico que representa cada
aeronave. Nótese el trabajo sobre este Grunau Baby en esquema de
la Dirección General de Aviación Civil. |
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Al completarse el
traslado de las aeronaves desde su antigua ubicación, personal del MNA
comenzó con las tareas de restauración y repintado de la mayoría de las
aeronaves. Los primeros recuperados fueron el Grumman Albatross que se
encontraba almacenado en Morón, y el Gloster Meteor, que recibió un
nuevo esquema de pintura correspondiente a una escuadrilla acrobática.
Aunque el mismo es más vistoso que el anterior, también se le pintó
íntegramente la cúpula impidiendo ver el interior de la cabina.
El F-86 Sabre, que
había sido despintado en Aeroparque, también recibió un esquema de
pintura incorrecto, perdiendo en el proceso su matricula y escarapelas.
Luego le tocó el turno al IA-58 Pucará, aeronave que demandó bastante
tiempo y requirió la restauración de algunos componentes y el repintado
de la misma. Posteriormente se continuó con el de Havilland Beaver que,
tras ser restaurado, fue expuesto brevemente en una muestra realizada en
el año 2003 en el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. A fines de
ese mismo año también se pudo ver al Blériot XI en una exposición
realizada con motivo de celebrar los 100 años del primer vuelo de los
hermanos Wright. Para tal ocasión la misma había sido reparada, ya que
estaba previsto que esta volara en dicho acto. Lamentablemente,
solamente se lo pudo ver en tierra con su motor en funcionamiento,
posponiéndose el vuelo para más adelante (no hay noticias de la
concreción del mismo).
El prototipo del
fumigador IA-53 Mamboretá, que había permanecido durante mucho tiempo
íntegramente despintado en el jardín del MNA, también fue pintado
nuevamente y actualmente se encuentra expuesto en el Hangar Nº 3, sin su
parabrisas, detalle que no desmerece el trabajo realizado por el
personal del Museo. Por comentarios recibidos, contemporáneamente el Max
Holste Broussard también habría sido restaurado aunque, por lo
observado, este solamente presenta signos de haber sido repintado en su
parte inferior.
Entre los últimos
aviones restaurados en el MNA encontramos al IA-35 Huanquero y el C-47
“El Montañés”. Aunque no pudimos ingresar a los mismos, sabemos por
otros medios que la restauración ha sido integra, incluyendo el interior
de los mismos. En el caso del C-47, es sorprendente su estado actual ya
que años atrás se encontraba totalmente desarmado y en un estado
deplorable, con su cableado eléctrico e hidráulico cortado y con daños
de todo tipo. Recientemente se lo ha devuelto a sus condiciones
originales aunque se sospecha que la mayoría del cableado interior fue
removido definitivamente durante el proceso de restauración. Al parecer,
la última aeronave sobre la que se ha trabajado es el A-4P Skyhawk, que
a finales del año pasado fue transferido desde Aeroparque. Éste fue
rearmado y pintado nuevamente antes de ser puesto frente a la entrada
del MNA.
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Otra de las gratas novedades
del MNA fue la recuperación del TA-05. A pesar de la falta de
algunos detalles de terminación histórica, la preservación bajo
techo y repintado de este veterano antártico es una excelente
novedad (foto BAIRES Aviation Photography). |
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La siguiente aeronave
en la lista de recuperación es el entrenador Percival Prentice, al que
hace tiempo observamos en plataforma, sin tapas de inspección de motor y
desprovisto de casi todos los elementos que componen su cabina de
pilotaje. Recientemente, este ejemplar recibió una capa de pintura base
plateada y se lo comenzó a masillar y lijar. Otros candidatos para dicho
proceso son los planeadores que se encuentran desarmados en el Hangar Nº
2. En el caso del Grunau Baby III, sólo parece faltar el ensamblado
final. Mientras que el Condor IV todavía no ha recibido ningún trabajo.
En un futuro próximo,
el museo tendrá que hacer frente a la importante pero compleja tarea de
restaurar las últimas aeronaves que se encontraban en Aeroparque y que
ahora aguardan en la plataforma. Esperamos que sigan teniendo el mismo
éxito que han logrado hasta ahora con los trabajos previos y que se
continúe avanzando con su importante tarea.
Esteban Gabriel Brea
(fotos del autor excepto donde se indique)
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