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MNA 2006
La maduración del "Proyecto Morón"

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El Lincoln B.1 B-010, que se exhibe en la línea de vuelo, es el ícono más representativo en la señalética del museo (foto Robert Domandl).

El Museo Nacional de Aeronáutica (MNA) fue creado en 1960 por Decreto del Poder Ejecutivo. Su primera ubicación fue en un predio situado en el Aeroparque Metropolitano de la ciudad de Buenos Aires. Esta sede disponía de un parque donde se exhibían las aeronaves y de un pequeño edificio que contenía una variada colección de objetos. Si bien el MNA resultaba beneficiado desde el punto de vista de la afluencia de visitantes, el hecho de estar situado en plena costanera, frente al Río de la Plata, generaba un gran desgaste en las aeronaves que se encontraban expuestas al aire libre. A esto se sumaba el problema del reducido tamaño del solar, lo que condicionaba su crecimiento. Aun así, en el año 1998 se logró inaugurar un hangar que sirvió para resguardar algunos aviones que habían sido restaurados e incorporados a la dotación del museo.

En el año 2001, el MNA inició sus actividades en las recicladas instalaciones del Aeropuerto de Morón. A tal fin, debió enfrentar un prolongado y difícil proceso de traslado hacia la nueva sede; lo que implicó el desarmado y transporte de una importante cantidad de aeronaves (algunas de gran porte, como en el caso del Bristol 170 Freighter). Estas últimas fueron complementadas con la incorporación de algunas que ya se encontraban almacenadas en Morón como por otras provenientes de distintos sitios. En un principio, el MNA comenzó a funcionar en el hangar Nº 3; mientras que el Nº 2 se utilizaba para resguardar otras aeronaves. En esa época, varios de los aviones llegados desde Aeroparque también estaban situados en la plataforma. Algunos de ellos permanecieron desarmados allí por largo tiempo hasta que fueron nuevamente ensamblados.

Debido al crecimiento del parque de aeronaves, en el año 2003 comenzaron las actividades para poner en condiciones el hangar Nº 2, que serviría para ampliar la capacidad de exposición del MNA. En esta etapa también se realizó la conexión entre ambos hangares. Dichas instalaciones fueron habilitadas al público en el año 2004. Este segundo hangar tiene por objeto exponer las aeronaves de mayor tamaño y, debido a sus dimensiones superiores (no posee salas laterales), todavía cuenta con un amplio espacio disponible para la incorporación de más material.

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En el camino que conduce a la entrada del museo se encuentran en exhibición el Skyhawk C-240 antiguamente basado en Aeroparque y un tractor Sno-Cat veterano de la campaña antártica.

Gate guardians, jardines y hangar Nº 3

Todo visitante que quiera ingresar al MNA debe recorrer una larga calle que lo conduce desde la puerta de entrada al aeropuerto hasta las instalaciones del museo. La misma posee un boulevard donde se encuentra emplazado un Huges 500 con esquema de pintura blanco y azul característico del Instituto Nacional de Aviación Civil (INAC). Éste se encuentra instalado sobre un pedestal que anteriormente era ocupado por un Gloster Meteor. Metros más adelante, en una rotonda, está situado un MS-760 París que luce el viejo esquema de pintura marrón y verde de la FAA. Mientras que a su derecha se encuentran las instalaciones del Centro de Instrucción de Aeronavegantes y Técnicos Aeronáuticos (CIATA), frente a las cuales está situado un BAC 111 que perteneciera a la empresa Austral Líneas Aéreas y que ahora es empleado, con un nuevo esquema de pintura rojo y blanco, en las prácticas que requieren los cursos que se imparten en dicho instituto. Allí también se encuentra como gate guardian un planeador cuyo modelo no hemos logrado determinar.

Frente a la puerta de entrada, se encuentra un prolijo jardín donde se exhibe un veterano A-4P Skyhawk que, luego de pasar mucho tiempo en el Aeroparque Jorge Newbery y tras ser utilizado en diversas exposiciones y muestras en Capital Federal, fue trasladado a Morón a fines del año 2005. Permaneció desarmado en plataforma hasta pasar por el proceso de armado y repintado previo a ser llevado a su posición actual. Este se encuentra acompañado por algunas piezas de artillería, un tractor antártico Sno-Cat y una antena de radar AN/TPS-43. En ocasión de nuestra visita, percibimos la ausencia de los cohetes Canopus y Orión que anteriormente también se encontraban allí.

El ingreso al MNA propiamente dicho se realiza por la puerta situada en el hangar Nº 3. Ya dentro del mismo, se encuentra un amplio hall que ha sido completamente remozado. Allí también se ha ubicado una pequeña tienda de recuerdos. Desde este lugar se accede a la sala principal del museo donde, a diferencia de visitas anteriores, notamos un incremento de la cantidad de aeronaves expuestas. Aquí es donde se conservan las “joyas” más valiosas del MNA. Entre ellas podemos citar a las primeras que surcaron nuestros cielos, como el Blériot XI, que fuera utilizado en la filmación de la película sobre la vida del Ingeniero Jorge Newbery, la réplica de un Henri Farman 50HP “Tipo El Palomar” y el único Laté XXV sobreviviente en el mundo, que fue operado por la empresa Aeroposta y por el famoso escritor Antoine de Saint Exupéry.

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En el Hangar N°3 predominan las aeronaves de diseño y construcción nacional, testimonio de la rica historia industrial argentina.

Entre las aeronaves expuestas se encuentra un alto porcentaje de máquinas de diseño y/o producción nacional. Nombres de aeronaves como FW-44J Stieglitz, I.A.41 Urubú, I.Ae.27 Pulqui e I.Ae.33 Pulqui II, I.Ae.22 DL, I.A.35 Huanquero, I.A.53 Mamboretá, IA-58 Pucará, e IA-63 Pampa sirven para representar la historia de la industria aeronáutica nacional a lo largo de tiempo. Junto a ellos se encuentran ubicados aviones de destacada actuación durante la Guerra de Malvinas que se han ganado el respeto y la admiración de todos: Los cazabombarderos A-4P y A-4C Skyhawk y el bombardero Canberra B.62. Las mismas comparten instalaciones con legendarios cazas a reacción como los Meteor F.4, F-86 Sabre y Mirage IIICJ. Algo digno de destacar es que las aeronaves se han complementado con varios elementos relacionados con las mismas, tales como lanzas para el movimiento en tierra, motores, cascos, etc.

Situadas en los laterales del hangar se encuentran diversas salas dedicadas a exponer elementos pertenecientes a los pioneros de la aviación nacional, motores, material de expediciones antárticas, equipos de comunicaciones, meteorología, cartografía, simuladores de procedimientos, la sala de la mujer en la aviación y una consola de radar, etc. En la sala de motores se encuentra el planeador HXB Piernifero II que anteriormente se encontraba suspendido del techo junto al I.A.41 Urubú. Sin dudas la sala que más se destaca por el valor emotivo de su contenido es la que atesora elementos pertenecientes a personal de la Fuerza Aérea que combatió en el conflicto por las Islas Malvinas. Al ingresar allí, el visitante se encuentra con 55 cuadros de gran tamaño, cada uno esta dedicado a un oficial, suboficial o conscripto que perdió la vida durante la contienda. También se exponen cartas, fotos y otros objetos de gran interés.

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La sala más emotiva del museo sin dudas es la asignada al conflicto por la Islas Malvinas de 1982, donde se rinde homenaje a los 55 caídos de la Fuerza Aérea.

Como novedad, encontramos la apertura de una nueva sala dedicada a Líneas Aéreas del Estado (LADE). La misma contiene un simulador de cabina de pasajeros de B-707 y varias maquetas que representan las aeronaves usadas por la aerolínea desde su creación hasta el presente. En lo que respecta a las maquetas, hemos notado que ha mejorado notablemente la colección expuesta, tanto en cantidad como en calidad. Esto se logró en gran parte debido a la colaboración de la Asociación de Plastimodelistas del Oeste, que han contribuido con una impecable muestra de modelos de aeronaves de variados tipos y escalas; todas ellas con un impresionante nivel de detalle. A diferencia de otras oportunidades lamentablemente en esta ocasión no pudimos acceder a la sala de armamentos ya que la misma se encontraba cerrada.

Hangar Nº 2 y plataforma de vuelo

El recorrido continúa a través del Salón Pegaso, un amplio pasillo techado que conecta ambos hangares. Desde allí se puede observar a un AT-11 Kansan que está situado en un patio interno del museo. Al ingresar al hangar Nº 2, lo primero que encuentra el visitante es la réplica del Wright Flyer, que comparte instalaciones con varios aviones de transporte tales como los de Havilland Dove, SA-16 Albatros, F-27 Friendship y los “antárticos” DHC-2 Beaver y C-47 “El Montañés” (este último recientemente restaurado). Estos son acompañados por otros transportes de menores dimensiones como el Commander 500U, Fairchild 82D, MH-1521 Broussard y un impecable Fiat G-46. Las alas rotativas están representadas por un autogiro La Cierva C30 y los helicópteros Hiller UH-12E y Sikorsky S-61, este último con esquema de pintura presidencial.

También se pueden encontrar algunas aeronaves civiles. La más llamativa es el MS-502 Criquet, versión francesa del popular avión alemán de enlace Fieseler Storch propulsada con un motor radial. Otra es un reluciente Luscombe 8 que presumimos se encuentra en condiciones de vuelo, por lo que solo estaría expuesta temporalmente. A un costado de la entrada se encuentran dos planeadores: Un Grunau Baby III y un Dittmar Condor IV. Ambos se encuentran desarmados: En el primero se pueden observar los prolijos trabajos de restauración y pintado mientras que el segundo todavía se encuentra a la espera de dicho proceso.

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El veterano Percival Prentice se encuentra estacionado en plataforma y, dada su condición, parece un modelo a escala "a medio armar".

El último sector perteneciente al museo a revisar para completar la visita es la plataforma de vuelo, que alberga a las aeronaves más grandes que todavía aguardan su turno para la restauración. Allí podemos encontrar a un viejo entrenador Percival Prentice, parcialmente desarmado y sin la mayoría de los elementos que componen la cabina de pilotaje. Alineados frente a los hangares 2 y 3 se encuentran un Junkers Ju-52, que en líneas generales se muestra en óptimo estado aunque presenta algunos daños en el borde de fuga de las superficies móviles de sus alas. También pudimos notar la ausencia de instrumentos en el tablero de su cabina y varios nidos de aves en los carenados de sus motores. A su lado se encuentra uno de los dos Avro Lincoln conservados en el país. Su estado de conservación general es sorprendente bueno, teniendo en cuenta su edad y todos los años de exposición frente al Río de la Plata. Solamente presenta su esquema de pintura decolorado y detalles menores. Más adelante esta ubicado un Vickers Viking que fue repintado por el personal del museo pero que nuevamente comenzó a decolorarse y sufrir las consecuencias de la exposición al aire libre. El mismo problema se hace evidente en el UH-1H Huey, el Bristol Freighter y el IA-50 G-II contiguos. A este último debe sumársele la rotura y ausencia de entelado en sus superficies móviles. En mejores condiciones se encuentra el helicóptero Sikorsky S-55 expuesto a metros de las anteriores aeronaves.

La muestra exterior se complementa con dos cañones antiaéreos M4-1 situados junto un primitivo radar. Un atractivo adicional que posee la plataforma es que generalmente se puede observar gran parte de la flota del INAC, cuyo parque aéreo se aloja en el Hangar Nº 1 y está compuesto por utilitarios Cessna 182, Chincul Pawnee Biplazas, Piper Navajo, Séneca, Dakota y Arrow. Un poco más alejado del público, pero no por ello menos interesante, se encuentra el hangar de la Escuela de Vuelo Ayrsa, donde se pueden observar más aeronaves con antecedentes militares. A la misma se llega bordeando el edificio de la aeroestación y continuando hacia la izquierda de la misma por un camino perimetral cercano a la calle de rodaje que nos hará pasar lateralmente a la planta de combustible. Un poco más adelante, fuera del hangar de dicha escuela nos encontramos con un Beechcraft C-45 Expeditor que perteneció a la Armada Argentina y que ahora reposa a la intemperie con su pintura un tanto maltratada por la acción de los elementos. Muy cerca de él encontramos nada más y nada menos que los restos del Learjet 25D LV-MMV, veterano de la Guerra de Malvinas que integró el Escuadrón Fénix, en el cual se advierten los efectos del accidente sufrido el 23 de septiembre de 1989 mientras aproximaba a Posadas (Mns.). Un poco más alejado de las anteriores se encuentra un BAC 111 al parecer en estado de abandono, sin motores y con las cabinas sin la mayoría de sus elementos y bastante sucias. El mismo se encuentra pintado con un esquema de color blanco y con el escudo del Centro de Instrucción del Servicio de Extinción de Incendios Aeronáuticos (CISEIA) en ambos laterales del fuselaje.

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Entre los déficits que mostraba el museo en sus primeros tiempos estaba la falta de mayor cantidad de artefactos aeronáuticos en exhibición. Con exhibiciones como la de la imagen, los restauradores están dando mayor riqueza y contenido a la colección de la institución (foto Alejandro Drigani).

Comparando nuestra visita con otras realizadas en años anteriores, pudimos encontrar varios cambios que nos han sorprendido gratamente. No solo en el crecimiento de la colección y restauración de las aeronaves. También se ha renovado el aspecto estético de varios detalles de la exposición e instalaciones, lo que demuestra que se ha logrado evolucionar sostenidamente desde el traslado a la nueve sede. Esperamos que su personal pueda continuar como hasta ahora con el importante compromiso de preservar aeronaves para que puedan ser conocidas por las generaciones futuras. También esperemos que en un futuro cercano se pueda completar la tan merecida restauración de los valiosos ejemplares que se encuentran expuestos al aire libre y se pueda seguir avanzando en la incorporación de nuevas aeronaves a la colección del museo.

Trabajos de Restauración

Es importante destacar que la mayoría de las aeronaves que fueron trasladadas a la nueva sede requirieron ser puestas nuevamente en condiciones de exposición, en gran parte debido a la prolongada permanencia al aire libre frente al Río de la Plata. Algunas necesitaron un “tratamiento intensivo”, demandando una importante restauración. Este es el caso del Pulqui I, que en 1996 tuvo que ser trasladado al Área Material Río IV ya que el mismo presentaba un alto grado de deterioro. Allí, tras una complicada serie de trabajos, se logró devolverlo a sus condiciones originales. Debido a los buenos resultados obtenidos con esta aeronave, posteriormente pasaron por esa unidad el Pulqui II, el DL-22 y el Urubú, realizándoseles satisfactoriamente sus respectivas restauraciones.

Otras aeronaves fueron sometidas a procesos similares, pero en las unidades donde se encontraban almacenadas. Estos son los casos del Laté XXV, el Fiat G-46, el De Havilland Dove y el Fairchild 82D (que se repararon en el Área Material Quilmes) y el Hiller UH-12E (se trabajó en el Aeropuerto de La Plata). En la provincia de Córdoba se restauraron la mock-up del entrenador IA-63 Pampa y el FW-44J. En el primer caso, los trabajos habían comenzado en el Museo de la Industria, donde este se encontraba desde hacía mucho tiempo, y concluyeron en las instalaciones de la Lockheed Martín Aircraft Argentina S.A. El resultado final del mismo ha sido positivo ya que se le ha devuelto su reluciente aspecto original. El Stieglitz fue restaurado en la Escuela de Aviación Militar.

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Los trabajos de recuperación y repintado de aeronaves del museo se están haciendo cada vez más representativos del período histórico que representa cada aeronave. Nótese el trabajo sobre este Grunau Baby en esquema de la Dirección General de Aviación Civil.

Al completarse el traslado de las aeronaves desde su antigua ubicación, personal del MNA comenzó con las tareas de restauración y repintado de la mayoría de las aeronaves. Los primeros recuperados fueron el Grumman Albatross que se encontraba almacenado en Morón, y el Gloster Meteor, que recibió un nuevo esquema de pintura correspondiente a una escuadrilla acrobática. Aunque el mismo es más vistoso que el anterior, también se le pintó íntegramente la cúpula impidiendo ver el interior de la cabina.

El F-86 Sabre, que había sido despintado en Aeroparque, también recibió un esquema de pintura incorrecto, perdiendo en el proceso su matricula y escarapelas. Luego le tocó el turno al IA-58 Pucará, aeronave que demandó bastante tiempo y requirió la restauración de algunos componentes y el repintado de la misma. Posteriormente se continuó con el de Havilland Beaver que, tras ser restaurado, fue expuesto brevemente en una muestra realizada en el año 2003 en el Planetario de la ciudad de Buenos Aires. A fines de ese mismo año también se pudo ver al Blériot XI en una exposición realizada con motivo de celebrar los 100 años del primer vuelo de los hermanos Wright. Para tal ocasión la misma había sido reparada, ya que estaba previsto que esta volara en dicho acto. Lamentablemente, solamente se lo pudo ver en tierra con su motor en funcionamiento, posponiéndose el vuelo para más adelante (no hay noticias de la concreción del mismo).

El prototipo del fumigador IA-53 Mamboretá, que había permanecido durante mucho tiempo íntegramente despintado en el jardín del MNA, también fue pintado nuevamente y actualmente se encuentra expuesto en el Hangar Nº 3, sin su parabrisas, detalle que no desmerece el trabajo realizado por el personal del Museo. Por comentarios recibidos, contemporáneamente el Max Holste Broussard también habría sido restaurado aunque, por lo observado, este solamente presenta signos de haber sido repintado en su parte inferior.

Entre los últimos aviones restaurados en el MNA encontramos al IA-35 Huanquero y el C-47 “El Montañés”. Aunque no pudimos ingresar a los mismos, sabemos por otros medios que la restauración ha sido integra, incluyendo el interior de los mismos. En el caso del C-47, es sorprendente su estado actual ya que años atrás se encontraba totalmente desarmado y en un estado deplorable, con su cableado eléctrico e hidráulico cortado y con daños de todo tipo. Recientemente se lo ha devuelto a sus condiciones originales aunque se sospecha que la mayoría del cableado interior fue removido definitivamente durante el proceso de restauración. Al parecer, la última aeronave sobre la que se ha trabajado es el A-4P Skyhawk, que a finales del año pasado fue transferido desde Aeroparque. Éste fue rearmado y pintado nuevamente antes de ser puesto frente a la entrada del MNA.

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Otra de las gratas novedades del MNA fue la recuperación del TA-05. A pesar de la falta de algunos detalles de terminación histórica, la preservación bajo techo y repintado de este veterano antártico es una excelente novedad (foto BAIRES Aviation Photography).

La siguiente aeronave en la lista de recuperación es el entrenador Percival Prentice, al que hace tiempo observamos en plataforma, sin tapas de inspección de motor y desprovisto de casi todos los elementos que componen su cabina de pilotaje. Recientemente, este ejemplar recibió una capa de pintura base plateada y se lo comenzó a masillar y lijar. Otros candidatos para dicho proceso son los planeadores que se encuentran desarmados en el Hangar Nº 2. En el caso del Grunau Baby III, sólo parece faltar el ensamblado final. Mientras que el Condor IV todavía no ha recibido ningún trabajo.

En un futuro próximo, el museo tendrá que hacer frente a la importante pero compleja tarea de restaurar las últimas aeronaves que se encontraban en Aeroparque y que ahora aguardan en la plataforma. Esperamos que sigan teniendo el mismo éxito que han logrado hasta ahora con los trabajos previos y que se continúe avanzando con su importante tarea.

Esteban Gabriel Brea
(fotos del autor excepto donde se indique)


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Fecha de publicación: 23/10/2006

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